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SOS desde el portaaviones nuclear

El capitán del USS Theodore Roosevelt suplica ayuda urgente por el amplio contagio entre los marinos de su buque



Desde el presidente Donald Trump a sus asesores científicos, todos han recurrido al uso de la terminología bélica para aludir a la lucha contra el coronavirus.

Se habla de enemigo invisible, de que los sanitarios son soldados en primera línea del frente o se compara los respiradores con los misiles de combate.

No todo el mundo lo ve así: “No estamos en una guerra, los marineros no necesitan morir”.

Esto afirma Brett Crozier, comandante en jefe del USS Theodore Roosevelt , portaaviones de propulsión nuclear atracado en el territorio de Guam, en su petición de ayuda urgente al Pentágono porque el contagio del patógeno se ha extendido entre sus cerca de 5.000 tripulantes. Al menos un centenar han dado positivo y las condiciones de aislamiento y de distancia social se hacen imposibles.

A excepción de unos cuantos mandos, que disponen de habi­tación, el resto comparte dormitorio, comedor y baños, que “son los espacios más conductivos ­para la propagación del virus”, ­lamenta el jefe del buque. El SOS del capitán Crozier, fechado el día 30 de marzo, ha salido a la luz cuando Estados Unidos lidera la clasificación mundial de contagios (en torno a 200.000) y cuenta con más de 4.000 difuntos, por encima de los causados por los atentados del 11-S del 2001 y superando a China, punto de origen del patógeno. “Si no actuamos de inmediato, no nos ocupamos adecuadamente de nuestro activo más valioso, nuestros marineros”, insistió el capitán Crozier en su súplica.

También señala que “se precisa una acción decisiva”. La semana anterior se detectaron tres casos, que fueron trasladados a tierra. Pero el contagio se ha exten-dido y sigue implacable.

En ese momento se hallaban a 160 kilómetros de la costa. Previamente visitaron Da Nang (Vietnam), donde pudieron contagiarse. O tal vez el foco se inició por la visita de pilotos. Una vez que atracaron en Guam, procedieron a limpiar la instalación más a menudo y pusieron a los infectados en el gimnasio. El capitán dice que esto sólo ha permitido ralentizar la transmisión.

“Evacuar a la mayoría del personal de un portaaviones nuclear de Estados Unidos en pleno despliegue y aislarlo durante dos semanas puede parecer una medida extraordinaria. Pero este es un riesgo necesario”, subraya.

Según indicaron hace unos días las autoridades militares, el virus no había menguado la capacidad operativa del buque. Los datos son inconcretos, puesto que Mark Esper, secretario de Defensa, ordenó que no se divulgará el impacto de la enfermedad. Razonó esta decisión en que el enemigo no debe conocer la debilidad.

Un portavoz oficial aseguró que se han tomado todas las medidas para garantizar la salud.

El Pentágono hizo llegar los test por vía aérea al Theodore Roosevelt . El capitán recalcó, sin embargo, la limitación y fiabilidad de estos análisis. Los describió como “inapropiados”.

En su carta sostiene que las pruebas de la Covid-19 no pueden decir si los marineros tienen la enfermedad y simplemente demuestran que la han pasado. Muchos se contaminaron luego.

A los marinos se le comunicó este miércoles que la carta, desvelada por el San Francisco Chronicle , había funcionado. Hay un plan para sacarlos y ponerlos en cuarenta, mientras un reducido grupo se quedará en estado de retén operativo.




UN POCO DE PADEL !




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