El gran temor de la economía coge cuerpo: la salida de la crisis no será en V
A medida que pasan los días, se agrava la destrucción del tejido productivo y del empleo, lo que impedirá que la oferta y la demanda vuelvan al punto de partida cuando se acabe la pandemia
Las medidas de confinamiento que se han adoptado en medio mundo para frenar la expansión del coronavirus están provocando la mayor caída de la producción nunca registrada. Los gobiernos de los diferentes países asumieron que el impacto económico sería gigantesco, pero marcaron una línea de esperanza: una recuperación en forma de V que permitiría regresar al punto de partida cuando se levantasen las restricciones a la movilidad.
Para asegurar este escenario de crisis en V, los distintos países pusieron en marcha medidas para proteger la situación de las familias y las empresas. El objetivo es que las curvas de oferta y demanda agregadas vuelvan al punto de partida al finalizar la pandemia. Sin embargo, a medida que pasan los días, se constata que el impacto de la crisis está destruyendo tejido productivo (oferta) y reduciendo las rentas de los hogares (demanda), lo que provocará una salida más lenta de la crisis.
A día de hoy, los expertos ya no confían en acabar el año 2020 en el mismo punto donde se empezó. La caída de la actividad no solo está siendo muy profunda, también se prevé duradera en el tiempo. Las restricciones a la movilidad durarán semanas o meses, lo que irá horadando el tejido productivo. De ahí que las últimas previsiones de los analistas apunten a que España no recuperará el nivel de PIB previo a la pandemia hasta, al menos, el año 2022.
En China, la actividad se recuperó rápidamente, pero su secreto es que las principales ciudades del país no sufrieron la pandemia, por lo que pudieron retomar la normalidad rápidamente. Sin embargo, en Wuhan, la parálisis ha durado más de dos meses y todavía no se ha recuperado la normalidad plena, de hecho, apenas están a un tercio de su actividad normal. Este es el verdadero espejo para los países de Europa, donde el contagio está extendido por todo el territorio.
De ahí que ahora el escenario base de los expertos para los países occidentales sea el siguiente: en el segundo trimestre, se registrarán los peores datos de la historia de caída del empleo y el PIB. En el tercer trimestre, se producirá un importante repunte, como consecuencia del fin de las restricciones, pero que en ningún caso llevará a los niveles previos a la crisis. A partir de ese momento, se iniciará una recuperación lenta de la actividad y desigual por países en función del tejido productivo que hayan destruido por el camino.
El equipo de expertos de Deutsche Bank estima que el PIB de la eurozona no recuperará el volumen que tenía en 2019 hasta finales de 2021, y Unicredit es incluso más pesimista y cree que el nivel de producción seguirá siendo casi un 4% inferior.
Estos escenarios dibujan una salida lenta de la crisis que, por su baja intensidad, llevará aparejada nuevos riesgos, tanto si repunta la morosidad como si se cae la confianza. Esta probabilidad, que era remota hace unas semanas, es ya la previsión dominante entre los analistas. Y a medida que se actualizan los indicadores económicos con los datos de marzo, las estimaciones son más pesimistas.
España tiene todas las papeletas
La caída de la actividad será similar en todos los países, ya que las medidas de confinamiento están siendo muy parecidas en toda Europa. Sin embargo, la salida de la crisis será heterogénea, en función de las fortalezas y debilidades de cada país. Y España tiene todas las papeletas para ser uno de los perdedores.
En estas semanas de confinamiento, la mayor parte de la ciudadanía está recluida en sus casas, pero la diferencia es si siguen siendo trabajadores o si se han quedado en el paro. Los primeros recuperarán la actividad tras el estado de alarma, pero los segundos solo se dedicarán a buscar un empleo. Es por este motivo que la destrucción de empleo va a determinar el ritmo de la salida de la crisis. España, una vez más, vuelve a ser víctima de su pobre mercado laboral debido a la cantidad de trabajadores temporales. España es el país de la UE con mayor nivel de temporalidad, superior al 26%, lo que hace que todos estos trabajadores estén en serio riesgo de perder su empleo. El 89% de los empleos perdidos en marzo eran trabajadores temporales.
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