El falso dilema entre la cuarentena y la economía
Hasta la semana pasada, la de Japón era la economía que mejor estaba librando el golpe. Ya no
Mientras muchos países occidentales empiezan su segundo mes de cuarentena, comienzan a surgir cada vez más voces públicas que cuestionan si estas medidas tan estrictas realmente causan más daño a la economía del beneficio que tienen para la salud pública.
En cualquier caso, los análisis del sector publicados en las últimas semanas apuntan a que esa es una dicotomía falsa: incluso los grandes países que no han impuesto restricciones de movimiento están viendo cómo su economía está en el peor momento de la última década. Hasta la semana pasada, la de Japón era la economía que mejor estaba librando el golpe. Ya no. El sector servicios, por su exposición a la demanda de empresas extranjeras, se ha llevado un tremendo mazazo. Las métricas de compras del sector registran un hundimiento más profundo que el sufrido en 2011 tras el terremoto y el tsunami que asoló ciudades enteras.
En Japón, las escuelas permanecen cerradas, pero no hay todavía restricciones de movimientos. El Gobierno sí ha pedido que la gente trabaje desde sus casas y que no vaya a bares o discotecas, pero no ha establecido multas o penas como sí se ha hecho en otras zonas. El problema es que incluso sin cuarentena el freno que está sufriendo la economía es evidente: los grandes eventos se han cancelado, el consumo está bajo y los planes de las empresas se han hecho añicos. Singapur, utilizado como modelo por su respuesta en los primeros momentos de la pandemia, ha recibido otro duro golpe. El PMI general del país bajó hasta los 33,3 puntos en marzo, el nivel más bajo desde que empezó a medirse hace ahora ocho años.
Evidentemente, las economías de Singapur, Japón o Estados Unidos son muy diferentes y se están enfrentando al virus desde posiciones en algunos puntos contrapuestas. El consumo en Japón es menos robusto y es más vulnerable ante los 'shocks' económicos, mientras que Singapur, con una estructura enfocada a la exportación, está más expuesto a los problemas del resto de países.
Pero el hecho de que sistemas tan variados, y con estrategias tan diferentes a la hora de pelear contra el coronavirus, estén experimentando fuertes golpes en su economía hace dudar a los expertos sobre si el coste de parar la producción de un país compensa frente a los beneficios que puede tener en la salud pública. Mantener activa la economía también puede tener sus consecuencias negativas. Según un estudio publicado por la Reserva Federal y economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts, las ciudades de Estados Unidos con cuarentenas más estrictas consiguieron superar la pandemia de gripe de 1918 con menos daños.
En parte, se debía a que una cuarentena soluciona problemas de coordinación: la alternativa a un cierre general puede ser que millones de personas traten de ponerse a salvo del virus de manera independiente a base de eliminar el contacto social y apartarse del sistema productivo durante mucho más tiempo. Es verdad que la analogía entre 1918 y nuestra época no es perfecta, pero sí merece la pena tenerla en cuenta a la hora de considerar si levantar la cuarentena demasiado pronto puede ser peor, y no mejor, para la economía.
También está claro que no hay un sistema que funcione al 100% para suavizar los efectos de la pandemia en la economía, sin importar cómo de grande sea el avance del virus. El debate sobre cuándo y cómo levantar los cierres más estrictos continuará, pero la idea de que las alternativas son esto o la normalidad económica tiene muy poco fundamento. .
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